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“Toda idea nueva pasa inevitablemente por tres fases: primero es ridícula, después es peligrosa, y finalmente… ¡todos lo sabían!.      ...

viernes, 30 de marzo de 2018

Criminalidad como factor de riesgo en Iberoamerica.


Con un ratio menor de 0,7 asesinatos por cada 100000 habitantes, España es considerado uno de los países más seguros del mundo. Diversos son los factores que coadyuvan a estos resultados. Entre otros muchos el propio carácter sociable español, unido al rechazo social a todo tipo de violencia, al que ha contribuido la violencia terrorista de ETA, y especialmente la gran profesionalidad de los FCSE que acaban resolviendo la gran mayoría de los asesinatos. Desgraciadamente esta baja criminalidad que disfrutamos es más la excepción que la norma en buena parte del mundo. Incluso en la propia y “civilizada” Europa muchos países considerados modelos de convivencia doblan e incluso triplican nuestras tasas de muertes violentas.

Muy lejos de estas estadísticas del “mundo civilizado” se encuentran las de los países del continente americano, uno de los principales destinos de cada vez más empresas españolas y empleados cualificados. Allí los países más seguros, presumen de tasas de muertes violentas que en Europa ya parecerían escandalosas, que van, siempre ratios sobre 100.000 habitantes, de las 3,6 de la desarrollada Chile al 6 de Argentina pasando por el 4,5 de Estados Unidos, siete veces superior a la de España.

Pero estas cifras palidecen con las que la ONU traslada de los países más violentos del mundo, la mayor parte de ellos países iberoamericanos. Los cinco primeros de la lista, y 17 de los 20 países con mayor tasa de asesinatos son iberoamericanos. El Salvador, Honduras y Venezuela copan el pódium de esta macabra lista con tasas por cada 100.000 habitantes de 110, en el primer caso y sobre 60 en los otros dos. Brasil, Méjico y Colombia, países con potentes economías en desarrollo y objetivos prioritarios de la inversión española también están entre los más violentos del mundo.

Es difícil hacerse una idea de lo que estos fríos datos suponen. En bruto se traducen en más de 120.000 asesinados en Iberoamérica, solo en Brasil, 55000 al año, tantos como los soldados que perdió EEUU durante 10 años en la guerra de Vietnam, sobre 20000 personas mueren violentamente cada año en Méjico o Venezuela, bastantes más de los que sufrió la Unión Soviética en Afganistán en mas una década de conflicto, considerando además muchos de ellos fallecieron de enfermedad o accidente. De hecho en Iberoamérica son asesinados al año más del doble de personas que las que mueren en la guerra Siria, donde cientos de miles de soldados y terroristas se enfrentan armados con la más modernas tecnologías. La castigada Irak repleta de armas automáticas y conflictos sectarios, tiene un ratio de crímenes mortales 8 veces menor que Venezuela y 15 veces menor que el Salvador.

Lo peor de este oscuro panorama internacional es que las cifras de criminalidad general van en consonancia con las de asesinatos. Secuestros, robos con violencia, violaciones, extorsión… son tan habituales en estos países que apenas se investigan. Son riesgos que pueden poner en cuestión la necesaria continuidad de negocio y por supuesto condiciona la posibilidad de disponer del personal suficientemente cualificado para los puestos técnicos y directivos. Todo ello sin considerar el reto que para la seguridad interna supone la selección de personal autóctono. No solo se trata de poder garantizar la capacidad y sobre todo lealtad y fidelidad de dicho personal, sino de cómo responder a la amenaza que la posible extorsión sobre las mismas y sus familias puede suponer para la integridad de los bienes físicos y sobre todo la información de cualquier empresa.

Y es que conviene tener en cuenta en esta ecuación de riesgos y amenazas, la extrema criminalidad organizada, incluso en ciertos casos con la connivencia del poder político, la administración pública y las fuerzas de seguridad, lo cual dificulta aún más el marco de evaluación de riesgos y la adopción de las medidas de seguridad necesarias para salvaguardar la integridad física de los expatriados y garantizar la seguridad de los bienes materiales e inmateriales precisos para la actividad empresarial.

A modo de ejemplo del reto que la criminalidad extrema de estos países supone para la seguridad empresarial, conviene recordar algunos casos muy recientes:

- En diciembre del año pasado fueron secuestrados 2 ciudadanos españoles por orden del propio jefe de seguridad de su empresa, un mejicano despedido días antes. Fueron liberados después de pasar 3 días en una cámara frigorífica, y pedían 1,3 millones de euros por su liberación. Tuvieron suerte ya que lo pueden contar.

- Este mismo mes de marzo el empresario orensano Jose González fue tiroteado y muerto frente a unos de sus negocios en Méjico DC. Solo un par de meses antes otro empresario español, Segismundo Díaz murió a la puerta del garaje de su casa.

- Otro español fue también asesinado a la puerta de su casa en Venezuela por oficialistas chavistas, es decir matones del propio régimen. Había sido asaltado violentamente 5 veces y secuestrado otras dos anteriormente.

- En Brasil una turista, María Esperanza Jiménez Ruiz murió accidentalmente por disparos de la policía militar en un control mientras visitaba una favela de Rio de Janeiro en octubre del año pasado.

- Tres italianos fueron vendidos en Méjico por policías a una banda de delincuencia organizada por 43 euros a finales de enero. Aún siguen desaparecidos y no hay noticias de su destino.

Y estos son solo algunos casos recientes conocidos. Muchos son asesinados, secuestrados, asaltados y sobre todo extorsionados sin que merezcan la mínima mención informativa.

Por todo ello, especialmente cuando se trata de garantizar la seguridad de personas, no tomar las necesarias medidas de seguridad, más que una irresponsabilidad es una negligencia con posible responsabilidad penal, que bien podría ser exigida a la alta dirección de las empresas por parte de las víctimas y en su caso sus familiares. Los riesgos de seguridad debidos a la criminalidad deben ser contemplados con la misma seriedad y profesionalidad que se asigna al resto de riesgos laborales.

Pero, ¿Qué se puede hacer para eliminar o al menos minimizar semejante amenaza?. Es necesario que las empresas se conciencien sobre la necesidad de adoptar las precisas medidas de seguridad para su personal expatriado, recogidas en el oportuno plan de seguridad. Es fundamental también que el personal sea aleccionado y concienciado sobre las medidas de autoprotección necesarias para su seguridad.

Las medidas de seguridad y autoprotección que precisa el personal expatriado en Iberoamérica, no difieren demasiado de las que durante décadas hemos tenido que emplear tantos en el País Vasco como consecuencia de la amenaza terrorista. En todo caso en un marco tan complejo como el descrito no sirven soluciones genéricas, es preciso adoptar medidas específicas y diferenciadas para cada situación.

La vida de las personas no tiene precio y por tanto su seguridad en entornos de criminalidad organizada solo debería encomendarse a profesionales experimentados y cualificados para garantizar su seguridad y la de sus familias.

No harán muy grandes cosas los vacilantes que dudan de la seguridad (Thomas Stearns Eliot)

Jose Federico Villamil Calva
fedevillamil@fortiumsc.eu
Coordinador del blog
Coordinador de la Division Fortium ITS


miércoles, 28 de marzo de 2018

El rol del mediador en conflictos armados (II)


La mediación debe entenderse como un proceso complejo en el que diferentes entidades pueden participar, simultánea o consecutivamente. Normalmente no es un trabajo hecho por una sola persona (la figura mistificada de "el" mediador no suele existir), sino más bien por un grupo de profesionales coordinados por un mediador experimentado.

Se han realizado estudios y una tabla de funciones, muy útil, para organizar  los diferentes roles y funciones que los intermediarios pueden ofrecer.

Roles y funciones de los intermediarios:

- Explorador:

Explora las posibilidades de iniciar un proceso, confirma a las partes que todos están dispuestos a comenzar, incluso pudiendo hacer algunas sugerencias.

-Coordinador:

Es el que formalmente invita a las partes a iniciar las negociaciones. Podría convocar un alto el fuego, el inicio de las conversaciones, etc. Ofrece instalaciones y recursos. Elimina la interferencia externa y asegura que nadie se entrometa. Ayuda a superar las divisiones internas. Prepara a las partes para poder negociar en las mejores condiciones y corregir las desigualdades que podrían existir entre ellos.

-Mediador:

Ofrece nueva información, ideas, teorías y opciones a los adversarios. Garantiza a los adversarios que no van a sufrir consecuencias por participar en   un proceso de mediación. Ofrece valores en contra del posible desglose en el proceso. Juega varios roles a lo largo del proceso, como presidir reuniones, interpretar posiciones y respuestas, actuando como moderador. Ofrece recursos adicionales para ayudar a los adversarios a encontrar una solución en la que todos ganan.

Legitimador/verificador:

 Ayuda a los adversarios a aceptar el proceso y el resultado obtenido.  Verifica y ratifica que se cumplan los acuerdos. Controla el comportamiento de las partes después del acuerdo e impone sanciones si los acuerdos no se cumplen.

Reconciliador/Garante:

Tiene una tarea a largo plazo, que consiste en corregir las actitudes negativas, estereotipos e imágenes que tienden a presentarse entre adversarios. Una persona puede jugar uno o varios roles, y hay roles que son incompatibles con otros (alguien que entrena a un grupo armado para negociar, luego no puede ser el coordinador, por ejemplo).

Lo importante, es disponer de un equipo que puede completar esta tabla de responsabilidades, eligiendo las personas más adecuadas para cada función.

Muchos de estos roles pueden ser jugados por personas del propio país, no siempre es necesario buscar intermediarios externos. Todo lo que podría explicarse sobre el proceso de mediación es en realidad el desarrollo imaginativo e inteligente de la propuesta de soluciones para el conflicto.

 Ya sea que se trate de un conflicto xenófobo o un conflicto armado, la cuestión interesante es averiguar qué figuras  serían  útiles, para que actúen simultánea o consecutivamente, para buscar una solución negociada.

Evidentemente, para conflictos armados se necesitará más tiempo, y la lista de intermediarios será mucho más larga, ya que las personas que exploran, facilitan, etc., necesitarán hacer análisis más intensos de lo que harían en un conflicto ordinario.

Una de las claves en la “MEDIACIÓN”, es  recurrir a personas que son lo suficientemente cercanas o conocidas por las partes o algunos de ellos, para que puedan desempeñar algunos de esos roles. Gran parte del trabajo realizado por estos intermediarios tendrá que hacerse en secreto o en mucha confidencialidad.

Por ejemplo, mi profesor William L. Ury (Harvard Univ.) propone que en todos los casos, es necesario que alguien evalúe lo que falta, lo que se necesita para que funcione un proceso de paz; otras personas lo harán actuar como preparadores, entrenadores, empoderadores, cuya tarea será preparar a las partes para entrar en negociaciones sostenibles; varias personas trabajarán como "constructores de puentes", como enlaces y restauradores de comunicación perdida, creando líneas de contacto que puede fortalecer las relaciones; otras personas actuarán como mediadores formales, buscando conciliar los intereses en conflicto y liderar las partes en la mesa de negociaciones para trabajar juntos hacia una solución definitiva.

El acuerdo; en las etapas finales, tendrá un responsable que actúa como testigo, juez, tutor o verificador de los acuerdos.

 Más que hablar de mediación, reitero que lo más importante es establecer una red de agentes que puedan actuar como facilitadores y en todos las dimensiones y funciones indicadas , con discreción cuando es necesario, con solemnidad y gran publicidad en otros momentos, y siempre en serio y con tenacidad.

A veces hay otros agentes que no aceptan una mediación formal, pero esto no impide, que la diplomacia haga su trabajo, a través de comisiones para la paz entre las partes, foros de dialogo que son establecidos por la sociedad civil. Las naciones podrían jugar, ya que su papel facilitador y exploratorio no significa asumir el papel de "mediador formal" en el sentido más estricto, y aún menos el establecimiento de una operación de mantenimiento de la paz que incluya despliegue de cascos azules sobre el terreno.

También podríamos hablar de los conflictos que están privados de mediación, a pesar de que ha sido solicitada por una de las partes contrarias o la sociedad que sufre el conflicto.

Normalmente, la existencia de un mediador no impide que personas, países u organizaciones puedan hacer un trabajo de facilitación al mismo tiempo, cualquiera que sea su rango de importancia. Evidentemente, estos agentes que facilitan la negociación cumplen funciones con perfiles, intensidades y cualidades muy diferentes, ya que hay funciones con un interés personal, honestas, formalizadas y aceptadas por todas las partes,  o unidireccionales, es decir, que solo sido utilizada por una de las partes.

Con respecto al papel de la sociedad civil, sus acciones pueden resultar decisivas en muchos casos, ya sea desempeñando el papel en ciertos momentos del "constructor de puentes", o formando coaliciones que pueden presionar a los políticos y a las partes en conflicto, para mostrar compromiso con un programa de paz. En otros casos, es la Iglesia que ha actuado como puente entre las partes.

Finalmente, el proceso de negociación y establecimiento de la paz, en cualquiera de sus etapas, no funcionaría correctamente si no recibiera los recursos económicos que necesita.

En este sentido, muchos contextos de conflicto carecen de fondos, incluso aunque la UE, la ONU y un pequeño número de países  tratan de proporcionarlos,  y por lo tanto algunas conversaciones (pero no todas) progresan.

También debemos exponer, la existencia de la geopolítica con un interés creado para el establecimiento de la paz en algunos lugares pero la no intervención en otros.

Terminaré esta sección con algunos consejos y observaciones para las personas que tienen que actuar como intermediarios o facilitadores, en base a los comentarios:

La participación de la sociedad es vital para el establecimiento de la paz.

Explotar la capacidad de agentes no gubernamentales para cruzar fronteras y tener relaciones directas con las partes involucradas en el conflicto.

Incorporar siempre las perspectivas de las mujeres y las diásporas.

Analizar y actuar más allá de los marcos institucionales y estatales.

Interactuar tanto a nivel local como internacional.

Calibrar el impacto del conflicto a nivel comunitario.

Crear espacios para el diálogo y la comunicación.

Integrar el establecimiento de la paz en proyectos humanitarios y de desarrollo.

Sea realista y no se engañe a sí mismo. Uno debe ser pragmático y darse cuenta y reconocer nuestras limitaciones y la distancia entre deseos y posibilidades reales.

No se engañe con respecto al papel que puede o no puede jugar una determinada persona.

Séa humilde, pregunte por lo que no se sabe y entienda claramente que esta tarea, requiere de la intervención de muchas personas.

Esté abierto a las críticas, sugerencias y contribuciones de los demás.

Sea audaz, use la imaginación, la compasión y el sentido de la justicia.

Buscar un equilibrio entre la inevitabilidad de respetar la soberanía de los estados, manteniendo nuestra independencia y teniendo relaciones directas con agentes estatales.

Comprender que frecuentemente hay tensión entre el rol y la estrategia de personas y organizaciones que trabajan en Derechos Humanos y el de grupos que trabajan para resolver conflictos. La estrategia de los formadores no siempre ayuda a causar cambios y encontrar una salida al conflicto, y este último puede subestimar la importancia de no permitir la impunidad. La administración de los jueces alternativos, las amnistías y los aplazamientos nunca son fáciles, pero evitando esto la materia también lleva a consecuencias extremadamente negativas.

No subestime los riesgos y dificultades del período posterior al conflicto.

Suponga que esta es una tarea que puede implicar riesgos y determinar la extensión que estamos dispuestos a aceptar.

Calibre con precisión el tiempo que una tarea pueda requerir y no intente acortar los períodos.

No se cree falsas expectativas con respecto a los demás.

Escucha, escucha y escucha.

Aprender del contexto, respetando las tradiciones y perspectivas populares.

La mediación y negociación en los conflictos armados sirve para buscar la verdadera paz, aceptada por las partes y con un compromiso a largo plazo.










martes, 27 de marzo de 2018

El rol del mediador en conflictos armados (I)


Cuando las partes en conflicto no están en posición de negociar directamente, pero los organismos internacionales tienen la voluntad de superar la situación de bloqueo en que se encuentra, deben buscar una persona o institución para gestionar la situación e intentar llegar a un acuerdo satisfactorio para las partes.

La mediación, en sí misma, no debe ser impuesta por terceros,  siempre debe ser aceptada libremente por las partes en conflicto.

La mediación es, más que nada, un ejercicio de comunicación que busca conciliar los intereses de las partes en disputa, ayudándolas a encontrar una salida a la situación, pero sin imponerla desde afuera.

La persona que media un conflicto debe tener un amplio conocimiento del conflicto y los intereses respectivos, debe tener ciertos rasgos de personalidad (honestidad, imparcialidad, flexibilidad, empatía, paciencia, etc.) y debe ser un maestro de ciertas técnicas y habilidades de mediación bien conocidas, priorizando, comenzando con objetivos asumibles, manteniendo una distancia para generar nuevas ideas y enfoques, aclarar necesidades e intereses, restituir el conflicto, ampliar el alcance, moviéndose fuera del marco conceptual habitual, haciendo hincapié en valores, rompiendo el problema, ayudando a las partes a hacer pequeñas concesiones, que pueden conducir a nuevos enfoques, romper los bloqueos, abrir nuevos diálogos, lograr una participación más activa y ayudar a encontrar una solución en que todas las partes salen ganando.

La mediación interviene en las conductas de los actores, para que acepten asuntos de beneficio mutuo, y no en términos de estructuras, que deberían ser derivación de los acuerdos a los que llegan las partes. El objetivo es transformar las relaciones entre las partes en conflicto.

Esto también tiene sus etapas y momentos (contactos iniciales, recopilación de datos, establecimiento de reglas de juego, proceso diseño, la identificación de acuerdos e incompatibilidades, la visualización de agendas ocultas, reformulación, generación de opciones y logro de acuerdos y compromisos), y forma parte integral de cualquier proceso de negociación.

La mediación en los conflictos armados, sin embargo, funciona bajo condiciones muy diferentes a los conflictos que habitualmente se plantean en las relaciones diarias, ya que la mediación siempre está restringida por elementos que no tienen nada que ver con la capacidad y las habilidades del mediador.

Las técnicas son más o menos las mismas, pero en procesos armados,  el éxito también depende de factores externos  y como se plantea el escenario futuro.
Como sabemos hay algunos principios básicos para mediación en conflictos armados:

-El mediador debe ser técnicamente imparcial.

-Las partes deben aceptar la mediación.

-Seleccionar al mediador adecuado.

-El conflicto no puede resolverse bajo presión.

-Las partes deben querer resolverlo y aceptar los acuerdos.

Expertos internacionales en mediación, consideran que hay cuatro instrumentos analíticos básicos que el mediador debe saber cómo manejar:

1 - Comprender el poder relativo y la autoridad de las personas involucradas en el conflicto. Esto implica saber:

        ¿Quién hace qué, cuándo, dónde y cómo?.

2 - Comprender la naturaleza y la profundidad de las emociones de cada parte.

        ¿Cuáles son socialmente aceptables y bajo qué condiciones?.

        ¿Qué grupos tienen la mayor capacidad de expresar sus emociones?.

        ¿Qué emociones son las más reprimidas?.

3 – Analizar y comprender los  estratos del conflicto, y encontrar el nivel correcto en que es posible trabajar para resolverlo, es decir, estudiar el “nivel de entrada”, uno que no sea ni muy duro ni demasiado suave. Esto implica no comenzar por problemas complejos, pero tratando de hacer pequeños progresos para generar confianza. Pasando más tarde a abordar los  problemas más complejos. Esto también implica percibir el interés de las partes y conocer la historia del conflicto.

4 - Finalmente, mantener una comunicación clara, ya que esto es vital para que los mensajes sean entendidos por todas las partes. La mediación contempla un conjunto de acciones, algunas de las cuales son meramente analíticas.

El tiempo requerido para un proceso de mediación depende mucho de la situación del conflicto y de las consecuencias generadas por este, siendo lo más difícil establecer los canales de comunicación y establecer la confianza con las partes.

Existe una necesidad de generar más ideas a partir de nuevos escenarios, la posibilidad de descomponer propuestas para que puedan ser escuchadas y el papel que el primer círculo de confianza pueden aportar al proceso.

Debemos aprovechar la  importante actividad, que pueden jugar las personas más cercanas a los actores en el conflicto, personas con el poder de influencia, de  transmitir mensajes y nuevas propuestas, particularmente en momentos en que hay una falta de comunicación y cuando hay una ausencia total de negociación.

Un grupo armado suele tener intelectuales cercanos, miembros del ejército exiliados o simpatizantes en el extranjero que pueden actuar como vínculos  tanto, con el grupo armado como con los medios diplomáticos, políticos, o sectores económicos que pueden beneficiar las negociaciones.

Del mismo modo, ciertos gobiernos u organismos internacionales con influencia sobre las partes afectadas por el conflicto pueden formar un primer  círculo de comunicación. Las oportunidades, enfoques y estrategias pueden surgir de esta relación que podría ser de interés para todas las partes involucradas.

En muchos casos se busca socializar una propuesta alternativa y generar la "masa crítica" con el fin de ejercer presión sobre la toma de decisiones, centrada en ambos lados. Esta forma de participación social en la resolución de un conflicto es apropiada para la mayoría de los conflictos catalogados como armados, donde hay una parte social más o menos organizada en la búsqueda de la paz, a veces ignorada por los grupos armados.

Esta distancia se produce por varias razones:

A veces, las organizaciones cívicas han buscado más un simple alto el fuego que el logro de la paz a través de la justicia social, es decir, la paz a través de transformaciones; en otros, la ruptura y debilidad de la estructura social ha sido incapaz de ofrecer mejores alternativas o hacerlas más visibles con respeto a aquellos que reivindican algo de una manera organizada o insurgente; en otro contexto, la represión institucional ha sido suficientemente intensa y generalizada para ahogar cualquier esperanza de ofrecer alternativas sociales a la confrontación, por motivo de la opresión del establishment y los grupos de oposición, de tal manera que  las propuestas ni siquiera se conocen.

La lista de situaciones es más larga, y en general, no son más que una serie de ejemplos de desacuerdo histórico y batallas para controlar el poder. En otras palabras, en los conflictos armados modernos, tomados como un todo, ya no hay lugar para hechos épicos, heroísmo desinteresado o revolución necesaria, sino más bien, lo que se requiere para llegar a un acuerdo es diálogo inteligente y la búsqueda de los apoyos externos e internos necesarios, es decir, desarrollar un plan de paz estratégico o, mejor aún, buscar una paz  justa y desinteresada, aceptada por las partes.

Otro ejemplo distinto se produjo en Colombia, donde durante décadas, muchos gobiernos y presidentes han tratado de llegar a acuerdos con las guerrillas, que recientemente se incorporaron a la vida política, después de concesiones importantes por parte del Gobierno. Casi siempre, sin embargo, la sociedad civil ha sido perjudicada y silenciada, empujada a ser un agente de segunda clase, precisamente cuando todo el mundo estaba hablando de las personas y a favor de la convivencia. También es cierto que hasta tiempos muy recientes, la sociedad todavía tenía que encontrar una forma de articularse y coordinarse, de tener su propia voz, y este proceso aún ha de madurar mucho en los próximos años, y no tanto para convertirse en una alternativa al sistema de política de partidos, pero si para convertirse en un factor de moderación, guía y dirección a través del dialogo y la justicia social.

Cuando la voz de la sociedad civil es capaz de articular una fuerza lo suficientemente fuerte, capaz de articular un discurso político para presentar y exigir las reformas estructurales del país, más allá de las demandas de paz y alto el fuego, donde las guerrillas tienen que revisar totalmente su rol y estrategia, porque su interlocutor no es el gobierno, sino la sociedad en general.

Como ya dije, la mediación es sobre todo un proceso de comunicación,  una estrategia que busca restaurar la comunicación interrumpida o deteriorada, o arrancarla por primera vez, en condiciones de cierta calidad.

Cuando la mayoría de  las partes no están en condiciones de comenzar un diálogo, porque se odian entre sí, o no tienen absolutamente ninguna confianza el uno en el otro, es necesario recurrir a personas que pueden actuar como intermediarios,  recopilando opiniones y preocupaciones de cada una de las partes. Una vez analizadas y estructuradas, debemos darle el enfoque adecuado para que las partes en conflicto estudien la situación propuesta por el mediador.

Otras veces, la idea es recurrir a estrategias más sibilinas, como romper las propuestas de una de las partes, eliminando los elementos importantes del mismo, para aportarlos progresivamente a la negociación.



lunes, 19 de marzo de 2018

De la Actitud a la Aptitud


Este es una artículo que tuve el gusto de escribir para la Revista EDM, Diario Militar. Creo que merece la pena rescatarlo para este blog. En el planteo las cualidades y el valor añadido que los militares que finalizan su compromiso con la Patria pueden aportar a la sociedad. Un recurso valioso que Fortium ITS sabrá valorar.  

De la Actitud a la Aptitud

Cuando hace 22 años ingresé en como Oficial de Complemento de las Fuerzas Armadas, tenía muy claros mis objetivos. 12 años de servicio militar, mientras seguía reforzando mi formación académica, eran parte indispensable de mi desarrollo y crecimiento personal. Siempre vi el ejercicio de la profesión militar desde una perspectiva más “anglosajona”. Luego el cambio de la Ley y los hijos me hicieron plantear  la conveniencia de aprovechar “el retiro de media paga” que se me ofrecía.

Pensaba entonces y sigo pensando ahora que la milicia no debería ser una profesión sino un servicio a la Patria y sus ciudadanos. Desde mi particular perspectiva, es un desperdicio que las habilidades y experiencias que adquiere el militar en el desarrollo del ejercicio de su actividad, no se aprovechen en beneficio de la sociedad civil, tal y como suele hacerse en el mundo anglosajón o Israel, el país con mayor numero de starts ups del mundo.

Sé que en país de la sopa boba, el empleo fijo es una tentación irresistible, y que el mercado laboral español no anima a aventuras por productivas y enriquecedoras que estas puedan parecer. La cruda realidad es que hoy en día el panorama que se le presenta a un militar de tropa tras más de 20 años de servicio, es más que desolador por diferentes razones, unas estructurales y otras que son responsabilidad de la dejadez del Ministerio de Defensa. Mal ejemplo dan los oficiales de carrera que salvo muy ocasionales excepciones se agarran a sus mal pagados y en muchos casos poco estimulantes puestos, ya en la medianía de sus carreras, como para fomentar en sus subordinados el impulso de dar el salto a la vida civil.

Las razones estructurales son bien conocidas y afectan a la generalidad de la sociedad. Entre ellas la más penosa e injusta, es la barrera de entrada en el mundo laboral a partir de cierta edad, especialmente cuando se carece de una especial cualificación deseada y necesitada por el mercado.

Sin embargo, a esto se une la patológica incapacidad del Ministerio de Defensa para crear las óptimas condiciones para la inserción laboral del personal que finaliza su servicio militar a España. Una mezcla de desidia, desinterés e incapacidad que amenaza la oportunidad económica que supone la sinergia de la experiencia y formación que decenas de miles de exmilitares pueden aportar en el sector público y privado.

Gran parte de los puestos de las modernas Fuerzas Armadas requieren conocimientos y habilidades complejas, unas más fácilmente equiparables con la realidad civil, y otras como las de las unidades de combate no tanto, pero ejemplarizantes de la capacidad de aprendizaje del militar. Desgraciadamente la mayor parte de la sociedad aun cree que un soldado apenas sirve para desfilar y pelar patatas, “como cuando se hacía la mili”. La realidad es que un “humilde” fusilero acumula a lo largo de los años miles de horas de formación continua en las más variadas materias., primeros auxilios, radio, topografía, armamento, táctica, identificación de materiales, control de masas… . Formación que garantiza la máxima capacidad y disposición para el aprendizaje y puesta en práctica de lo aprendido.

Pero más allá de la experiencia profesional a veces de difícil equiparación laboral, Las fuerzas armadas ofrecen algo mucho más importante y exclusivo, ACTITUD.

Cuando en las postrimerías del fin del servicio militar hace ya más de 20 años recibía a los nuevos reclutas, siempre parecía que nada se podría hacer con esa nueva panda de “criajos atontados”. Dos meses eran suficientes para poder compararlos con la “nueva hornada” que llegaba, y ver el cambio de actitud. La milicia desde luego imprime un carácter y una perspectiva, que difícilmente puede lograrse fuera de ella. La formación en valores, disciplina, lealtad compañerismo, espíritu de sacrificio, compromiso con la misión, afán de superación… que forjan el espíritu de Cuerpo de cualquier unidad militar y el orgullo de cualquier soldado, así como la educación y respeto que abre todas las puertas, es el principal activo del militar y debe ser su carta de presentación social.

Ante el individualismo y el egoísmo que fomenta la sociedad moderna, la profesión militar enfrenta espíritu de unidad, el compañerismo y la satisfacción del deber cumplido. Como bien decía Calderón de la Barca ya hace siglos, la milicia en una religión de hombres honrados.

Frente a la duda, el escaqueo y el miedo a las responsabilidades que se observa en la sociedad civil, el militar contrapone el compromiso, la resiliencia, la adaptación al cambio, el espíritu de superación y la valentía a la hora de tomar decisiones y asumir sus consecuencias.

Todas estas cualidades propias del militar, le hacen un valioso activo profesional que en las grandes potencias económicas saben buscar, valorar y aprovechar. Desgraciadamente en España, esto no es así por diferentes razones.

Evidentemente hay una falta de capacidad y/o interés en trasladar a la sociedad civil y especialmente al sector empresarial el valor añadido que supone la inserción laboral de personal procedente de las Fuerzas Armadas. Tampoco se ha tomado media alguna que favorezca este trasvase.

Ante el desolador panorama laboral que se les presenta, es natural y legitimo que el personal de tropa aspire a permanecer en las Fuerzas Armadas, con el mismo ahínco que lo hacen sus mandos. Es curioso como quienes no quieren asumir la problemática de una clase de tropa envejecida no haga nada por favorecer las condiciones que fomenten e incentiven voluntariamente el trasvase de dicho personal a la vida civil haciendo del Ejercito una verdadera palanca de proyección social, tal  y como hacen otros ejércitos modernos.

Hay muchas medidas sencillas y con nulo o escaso coste que se pueden tomar para favorecer la inserción laboral del personal militar en la vida civil. Pero creo que da para otro artículo.

Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.
(Calderón de la Barca)

Jose Federico Villamil Calva
fedevillamil@fortiumsc.eu
Coordinador del blog
Coordinador de la División Fortium ITS

La seguridad del patrimonio cántabro


Leo en las noticias que ayer, día 17 de Marzo de 2018, en un acto vandálico han destrozado cuatro cruces de piedra, en la localidad de Penagos y que datan del siglo XVI, que fue declarada Bien de Interés Local en 1991ya que, probablemente, se remonta a una iglesia prerrománica del siglo XI bajo la advocación de San Jorge.

Ésta y muchas otras noticias a lo largo del tiempo, nos deja ver un reguero de sangre "artística" que nos encoge las tripas a los que nos gusta el arte y amamos a Cantabria.
Cantabria es una de las regiones más ricas en patrimonio, que según la Ley 11/1998 se clasifica en Bien de Interés Cultural, Bien Catalogado y Bien Inventariado.

No quiero aburrir al lector con un listado interminable de leyes que protegen el Patrimonio, pero sólo voy a facilitar un artículo de la Constitución Española de 1978, donde en el Título I, Cap. 3º, Art. 46 nos dice: " Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio." y en el Libro II, Título XVI, Cap. II, Art. 321 del Código Penal dice: " Los que derriben o alteren gravemente edificios singularmente protegidos por su interés histórico, artístico, cultural o monumental serán castigados con las penas de prisión de seis meses a tres años, multa de doce a veinticuatro meses y, en todo caso, inhabilitación especial para profesión u oficio por tiempo de uno a cinco años.

En cualquier caso, los Jueces o Tribunales, motivadamente, podrán ordenar, a cargo del autor del hecho, la reconstrucción o restauración de la obra, sin perjuicio de las indemnizaciones debidas a terceros de buena fe."

Ya hemos visto que la destrucción del patrimonio está tipificado penalmente y especialmente protegido por nuestra Constitución y por Leyes Internacionales, pero ¿qué se hace al respecto?.

Toda mi vida profesional la he dedicado a la seguridad y mi vida intelectual al estudio de la historia y del arte, y siempre me ha preocupado la facilidad e impunidad con que las personas hacen un daño irreparable al patrimonio, a nuestra historia.

En el año 2017 la Guardia Civil detenía a dos personas por usar detectores de metales al lado de ermitas, casonas, etc. y se les incautó más de 600 monedas. La Ley de Patrimonio Histórico de Cantabria 11/1998 prohíbe el uso de estos detectores bajo multas de 30.000 a 150.000 euros esas prácticas que no estén autorizadas.

E incluso, en el norte de Burgos hay una banda que se dedica a robar campanas en las iglesias y ermitas de los pueblos, con un balance, de momento, de 55 campanas que se venden a fundiciones para cobrar por el cobre y el bronce de las mismas.

Como hemos visto, el robo y el vandalismo del patrimonio campa a sus anchas en esta sociedad que no es capaz de poner coto a estos desmanes. He hablado con diversas personas sobre este problema y casi todas me dicen la misma pregunta ¿cómo poner puertas al campo?.

No es una solución fácil, pero no imposible. Sólo hace falta un ápice de sentimiento de que lo que están robando es tuyo y de tus hijos y, por supuesto, querer hacerlo y dotarlo de un presupuesto.

Actualmente, las últimas tecnologías en seguridad, nos facilitan las soluciones en esta materia, pero hay una máxima en seguridad." La seguridad total no existe", pero podemos acercarnos bastante a ella combinando las nuevas tecnologías con el capital humano y aplicando la teoría de que la mejor seguridad es la prevención del delito. Sólo hace falta tener voluntad de hacerlo.

Baldomero Presmanes Quintana
Director de Seguridad Nº 1227 
Graduado en Hª del Arte UNED
Vicepresidente 1º de FORTIUM S.C.

Las consecuencias del intrusismo en la Seguridad Privada.


Todos los sectores profesionales han sufrido o sufren el fenómeno del intrusismo, pero en el sector de Seguridad Privada es donde más extendido está; se ha hecho endémico, y muy difícil de combatir.

En España desde 1992 tenemos una ley de Seguridad Privada (23/1992) y reglamento (2364/1994) que fueron muy novedosos en su momento y motivo de inspiración para la legislación de otros países. La nueva Ley 5/2014 apareció como la definitiva oportunidad para acabar con el intrusismo y así se presentó, por parte de las autoridades, a las empresas y profesionales del sector. La nueva Ley no solo dejaba claras cuáles eran las funciones de los Vigilantes y otras especialidades de la seguridad privada, además en ella se contemplaban sanciones muy cuantiosas para empresas, usuarios e incluso  para las personas que trabajaban sin la preceptiva habilitación. Las sanciones a clientes podían llegar a los 100.000 € en los casos más graves. Pero pasados tres años desde su implantación, nada significativo se ha hecho y además no contamos todavía con el Reglamento que regula dicha Ley. Reglamento que parece que está a la vuelta de la esquina, pero que nunca llega.

El colectivo de Vigilantes de Seguridad, poco a poco, y gracias a la formación y profesionalidad de sus integrantes va gozando de mayor prestigio. Hoy en día, la figura del vigilante uniformado forma parte del paisaje de cualquier ciudad, tanto o más, que las FF y CC de seguridad pública. En la entrada de edificios públicos, teatros, museos, trasporte público, colegios, universidades, centros comerciales, tanto en centros privados como públicos 80.000 profesionales día a día,vigilan bienes  y protegen personas. Todo este buen hacer, todo este esfuerzo por dignificar un colectivo  se ve menoscabado por el intrusismo. 

La connivencia de empresas y clientes en el afán de reducir costes lleva a una precarización en los servicios. La formación de los vigilantes es suficiente para que estos lleven a cabo su labor con la profesionalidad requerida. Además las empresas están cubiertas con seguros de caución y responsabilidad civil, no así, en aquellos servicios donde hay auxiliares u otro tipo de personal. Esto ofrece las garantías necesarias para que cualquier cliente que contrate seguridad privada, pueda estar tranquilo sabiendo que su seguridad personal y la de sus bienes, está en buenas manos.

Sin embargo los riesgos que conlleva la contratación de personal sin la habilitación expedida por la DGP, no son solo los derivados del incumplimiento de una norma, comentado antes; también existen los riesgos propios de la falta de formación de las personas que se contratan. Los riesgos inherentes a una mala actuación ante un hecho delictivo, una intrusión o cualquier otra eventualidad en su lugar de trabajo pueden acarrear consecuencias imprevisibles, incluso penales. Se puede imaginar la acción de un auxiliar que agrede, o es agredido por un presunto ladrón; o que al intentar impedir el acceso a su lugar de trabajo a una persona y por cualquier motivo, le lesiona accidentalmente.

Pensemos en una duda a la hora de evacuar en un incendio, mostrar una salida de emergencia. Multitud de casos en los que una mala praxis puede provocar un mal mayor que el que un V.S. en una negligencia podría provocar, por el añadido de no tener cobertura ante la responsabilidad civil. Para ilustrar todo  baste recordar casos como el del “Madrid Arena” y otros similares, que para los conocedores del sector se habrían evitado, o al menos paliado en parte, si el personal encargado de la seguridad hubiese sido vigilantes de seguridad.

Las empresas y clientes, cómodos ante la falta de controles; la pasividad de los organismos que deben velar por el cumplimiento de la norma y que con su inacción, perjudican los intereses del colectivo. Las últimas reformas laborales han provocado una merma en los salarios de los V.S. y los descuelgues de convenios, sueldos por debajo del SMI. Y aun así, no se ha logrado parar el intrusismo.

Lo principal para el sector, pasa por concienciar al cliente contratante de servicios de seguridad privada, de la idoneidad de elegir un personal formado y profesional para sus necesidades. Empresas que primen la calidad del servicio que ofrecen antes que el máximo beneficio y a cualquier coste. Ahorro y seguridad son incompatibles. Ya no es solo una cuestión de cumplir una ley que nos hemos dado todos, se trata de sentido común, de entender que la seguridad es un bien importante para la sociedad y que éste no puede estar en manos de personas“con buena voluntad”, sino en profesionales formados y experimentados.

En tiempos de paro no se puede culpar que las personas quieran ganar su pan honradamente, pero tratándose de la seguridad y de las graves consecuencias que puede acarrear la falta de profesionalidad, es necesario el esfuerzo de todos (Empresas, clientes, Policía) pero también la concienciación de aquellos que saben pueden tener problemas que pueden marcar sus vidas, por un trabajo para el cual no han recibido la formación que requiere.

La Unidad de Policía Nacional de Seguridad Privada (UPNSP) se viene quejando de la falta de medios para perseguir de forma efectiva el intrusismo. Lo cierto es que solo mediante denuncia, esta unidad de policía investiga un servicio en el que se sospeche pueda estar cubierto por personal no habilitado. Tiempo es que cualquier policía pueda intervenir e investigar lo que a todas luces es un incumplimiento de la ley vigente, como se haría con cualquier otro incumplimiento.

Por último, la Seguridad Privada es un sector que mueve miles de millones de €, en España y en el mundo. Directivos e Inversores están o han estado muy vinculados a los mandos de las FF y CC de seguridad y a cargos de gobiernos y partidos. Oscuros intereses siempre han envuelto la Seguridad Privada. Esperamos que  los propios V.S. con su buen hacer hagan invertir la ascendente “inseguridad” del sector.

Bernardo Gil Hernández.
Cooperativista de Fortium CNS