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martes, 25 de septiembre de 2018

La protección contra incendios y otros riesgos en la seguridad privada


Sun Tzu nos advertía hace milenios que “No dependas de que el enemigo no se muestre, depende más bien en estar preparado para él”. 

Recientemente se ha producido en Brasil una autentica catástrofe cultural cuando el Museo Nacional de Río ha ardido, perdiéndose una enorme cantidad de obras y piezas de arte y cultura, de incalculable valor histórico. 

Es de suponer que como siempre que suceden este tipo de hechos, la causa será una concatenación de hechos e incidentes que deberán ser investigados y espero que convenientemente publicitados y, sobretodo, adecuadamente analizados y considerados en el futuro para evitar posibles desastres del mismo tipo. 

Y es que la lucha contra los desastres y catástrofes, sean naturales o de otro tipo, son hoy en día una parte importante se cualquier análisis de riesgos de seguridad pública o privada. Ello es especialmente importante en un entorno competitivo y universal, donde la continuidad de negocio y el prestigio de marca es de capital importancia para la supervivencia de las empresas. Hoy en día la seguridad debe ser considerada desde una perspectiva integral debiendo existir una total coordinación entre los diferentes planes y documentos relativos a seguridad física, la autoprotección y la gestión de emergencias. 

Desde este punto de vista hay que considerar la protección contra incendios y otros desastres dentro del ámbito de la seguridad privada en dos niveles diferenciados pero relacionados. 

En un primer nivel esta la planificación y gestión de la protección contraincendios y otro riesgos catastróficos por parte de la Dirección de Seguridad. 

En un segundo nivel hay que considerar la formación, capacitación y concienciación del personal de seguridad privada para poder afrontar este tipo de situaciones. 

Desde la perspectiva de la Dirección de Seguridad, la protección contra incendios y otros riesgos análogos de carácter catastrófico, debe ser siempre una de las amenazas a considerar más cuidadosamente en el análisis de riesgos y sus sucesivas revisiones. Evidentemente no será lo mismo valorar el riesgo de incendio en una planta petroquímica, que en una cantera, un centro comercial o en un museo. En cualquier caso como siempre hay que considerar tanto las probabilidades como los efectos tanto a nivel interno como externo y, lo que suele obviarse con frecuencia su impacto para la continuidad de negocio. 

Dentro de la planificación de la protección contraincendios hay que considerar la coordinación de los planes de seguridad física, autoprotección y emergencia, a efectos de que no existan contradicciones ni duplicidades innecesarias y se maximice la eficacia de las medidas preventivas y actuaciones de emergencia en caso de materialización del riesgo. 

Como es bien conocido los planes de autoprotección son preceptivos de determinados tipos de instalaciones por su tipo de actividad y riesgos específicos, siendo supervisados por la autoridad competente, mientras los planes de emergencia, son mucho más abiertos y deben ser realizados con carácter general, dentro del ámbito de la prevención de riesgos laborales. En el caso de ser preceptivo el plan de autoprotección, el plan de emergencias está incluido en el mismo. 

Excede del ámbito de este artículo reflejar el marco jurídico y peculiaridades de cada documento y su relación, así como las responsabilidades del Director de Seguridad en la elaboración y gestión de los mismos en necesaria coordinación con otros Departamentos implicados en la consecución del éxito de los objetivos perseguidos. 

Sin embargo, es evidente la responsabilidad del Director de Seguridad en la planificación, concienciación, obtención de los recursos precisos, formación, implantación, actualización y seguimiento de los planes contraincendios y contra otros desastres que pongan en riesgo la continuidad de negocio con carácter general. Unas veces con responsabilidad directa, y otras veces en coordinación con, o coordinando otros departamentos de la empresa. 

Opino que es necesaria una adecuada preparación de los Directores de seguridad en materia de seguridad e higiene en el trabajo y safety en general. De hecho considero que “Security” y “Safety”, deben estar íntimamente ligadas y coordinadas dado que ambas convergen en la misión fundamental, proteger la vida y los bienes bajo su responsabilidad, siendo posible, e incluso deseable que ambos departamentos estén bajo dirección común, sobre todo teniendo en cuenta que los planes de emergencia emanan de la legislación de riesgos laborales. 

Pero la realidad habitual con la que se enfrenta la Dirección de Seguridad es la falta de consideración de la Dirección General a su labor y responsabilidad considerándola un mero trámite legal o un problema que dificulta el trabajo y requiere recursos, es decir un coste real y un coste de oportunidad, incapaces de valorar en el necesario análisis coste beneficios, en otras palabras como los buenos ludópatas muchos prefieren asumir el riesgo de que se materialicen determinadas amenazas que asumir el coste de evitarlas, en otros casos prefieren asegurarlas económicamente, sin pensar en los costes añadidos para la continuidad de negocio o su prestigio de marca, o simplemente el Director de Seguridad carece de la capacidad o carácter adecuado para convencer o persuadir a la Alta Dirección de los verdaderos riesgos que asumen al desdeñar la seguridad. 

Curiosamente eso no ocurre normalmente con el Safety, dado que las consecuencias legales de su incumplimiento son claras y recaen directamente sobre la Dirección. 

Hace falta por tanto para una eficaz seguridad integral una relación directa y estrecha con la Presidencia y el Consejo de Administración. Si la Dirección de Seguridad es ninguneada por la Alta Dirección, lo será por el resto de responsables de Departamento, impidiendo el correcto desarrollo de sus actividades y lograr la máxima eficacia y sobre todo eficiencia en su trabajo. Sin embargo en la mayoría de las empresas el Director de Seguridad es despreciado, considerándolo un mero mando intermedio, mucho más abajo en el escalafón que los Directores de otros Departamentos, los cuales solo ven en él una fuente de problemas dado que no suele existir un compromiso empresarial con la seguridad, entendiendo esta por tanto como responsabilidad única del Departamento de Seguridad. 

Hoy en día un incendio o una inundación en una planta de producción que impida cumplir durante meses los compromisos adquiridos, un corte de energía que apague los servidores durante unas horas o un robo de información de los clientes, por culpa de unos protocolos inadecuados o una deficiente formación, supervisión y concienciación de UN empleado, son riesgos que ninguna empresa seria puede permitirse mas allá de las consecuencias económicas, fácilmente solucionables. La continuidad de negocio y la imagen de marca trascienden en orden de magnitud la mera importacia económica de los posibles riesgos asumidos por una deficiente gestión de la seguridad. 

La Seguridad es una responsabilidad de TODO el personal de una empresa, unos de forma directa y otros de forma indirecta, y debería ser una prioridad de cualquier Alta Dirección bien formada y preparada. 

Pero para garantizar la credibilidad de la Dirección de Seguridad, también es importante que el Director de Seguridad tenga el suficiente criterio para calibrar adecuadamente las amenazas y buscar soluciones eficientes que entorpezcan lo menos posible las operaciones de la empresa y optimicen el uso de recursos humanos y materiales, y sobre todo no caer en alarmismos innecesarios. La Seguridad debe ser la justa y necesaria, basándose en adecuados análisis coste beneficio, que tengan en cuenta todas las variables tangibles e intangibles. 

Por otro lado hay que considerar el papel de los vigilantes de seguridad en la respuesta ante la materialización de este tipo de riesgos. 

Su intervención dependerá mucho del tipo de empresa y su tamaño. No es lo mismo las posibilidades de respuesta y necesidades de actuación de un vigilante de seguridad o una pareja durante la noche en una instalación cerrada, que en una gran planta industrial química en plena actividad, o en un centro comercial abarrotado un sábado por la tarde. 

En el caso de centros que por sus características tengan un plan de autoprotección, es fundamental valorar cual va a ser su función y grado de integración dentro de los equipos de primera intervención. 

Sus funciones por tanto pueden ser diversas y variadas según lo sean las situaciones y entornos en los que se materialicen los riesgos, pero los vigilantes de seguridad deben tener siempre: 

Instrucciones claras y a su disposición. 
Deben de formularse protocolos claros y sencillos que cubran la respuesta a aquellos riesgos que por su frecuencia o posible impacto se consideren oportunos. Además debe existir en todo momento un responsable conocido por quienes deban tomar acción a quien puedan acudir a solicitar instrucciones en caso de situaciones imprevistas o complicaciones que trasciendan su capacidad de decisión y responsabilidad

Formación e información suficiente.
El personal debe estar suficientemente adiestrado para dar respuesta a los riesgos previstos. Además debe estar perfectamente informado de todo aquello que precise para tomar acción, llaves de paso, interruptores, localización y tipo de extintores, BIEs, disposición de las dependencias, localización de llaves…. 

Recursos adecuados. 
Debe dotarse al personal de seguridad de los recursos necesarios para poder actuar conforme a lo dispuesto en los protocolos con la debida eficacia y seguridad para su integridad física. 

La prevención y la alarma temprana son fundamentales a la hora de evitar o reducir los efectos de cualquier incidente. Es por ello que el servicio de vigilancia debe tener claras cuáles son sus funciones de vigilancia y control para evitar o minimizar cualquier incidente antes de que este supere el nivel de conato. 

Por tanto deben de tener perfectamente claras y definidas las tareas y funciones a realizar en cada una de las responsabilidades de su puesto: 

Inspección. 
Dentro de las funciones del vigilante de seguridad, cuando realiza su servicio fuera del horario habitual de trabajo, deberían estar las de inspección de las instalaciones a fin de cerciorarse de su correcto estado mediante rondas de seguridad. Estas rondas deben tener la doble finalidad tanto de evitar intrusiones como que haya alguna anomalía como inundaciones, conatos de incendios, o condiciones que permitan su aparición. 

Vigilancia y control. 
Mediante los medios de seguridad electrónicos necesarios para ello en forma de CCTV, sistemas de control de accesos, sensores anti intrusión y sensores anti incendios entre otros medios. 

Alerta. 
En caso de detectar o producirse alguna amenaza, sea mediante el sistema de vigilancia y control o durante las rondas de seguridad, el vigilante debe de tener claro a quien/es se debe avisar y en qué orden para la rápida respuesta a la situación de riesgo. 

Respuesta. 
En tanto en cuanto ello sea posible, y mientras llegan los servicios de emergencia interna o externa, deben tomarse las medidas precisas para evitar la propagación de la amenaza o reducir sus efectos. En el caso de una inundación puede ser cortar el agua, en un incendio, aislar la zona, cortar electricidad o gas, alejar material inflamable, atacar el foco si es un mero conato, facilitar la evacuación del recinto, u otras según lo requiera la situación. En caso de una explosión, hacer una primera valoración, cortar suministros de agua luz y gas, evacuar o atender a posibles víctimas… 

Coordinación. 
Llegado el caso, y asumiendo que en muchos casos el/los vigilantes de seguridad pueden ser los únicos responsables personados en la instalación en el momento de la crisis, deberán ser capaces de orientar y asesorar adecuadamente al personal de emergencia cuando llegue a un lugar para ellos absolutamente desconocido y sin saber la situación a la que se enfrentan. Entre otras cosas el vigilante de seguridad debe conocer las dependencia, estar en condiciones de abrir camino a las emergencias, dar un reporte de situación, informar del posible personal afectado sea por estar herido, no conocerse su ubicación o saberse positivamente en riesgo, informar de posibles sustancias o situaciones que puedan complicar su actuación….

Todo ello evidentemente debe estar debidamente protocolizado y entrenado para que pueda ser efectivo en una situación de crisis y nervios como la que supone cualquier emergencia. 

Para lograrlo, es conveniente y deseable disponer de métodos que ayuden a organizar este trabajo mediante check list, formularios de rutas y actividades realizadas u otros métodos de control, así como dípticos con información básica de emergencia. Hoy se pueden aprovechar las nuevas tecnologías para facilitar el acceso rápido a esta información. Se me ocurre por ejemplo que dicha información puede ser contenida en una Tablet o Smartphone asignado al vigilante que además puede ser un excelente dispositivo para controlar su desempeño en el ejercicio de sus funciones. 

Como puede verse, un vigilante de seguridad es algo más que un mero “tio” plantado con una porra delante de una puerta o un sistema de grabación. Un moderno vigilante de seguridad es una persona formada capacitada y concienciada para dar un servicio impecable, especialmente ese uno por mil de las veces que la situación requiere una actuación valiente responsable y decidida para responder a las situaciones que justifican verdaderamente su razón de ser, garantizar la continuidad de negocio y su prestigio internacional. 

Quien piense que eso lo puede conseguir presionando a una empresa de seguridad privada para que baje los precios sin preocuparse que eso deriva en que la persona que debe velar por la vida y los bienes bajo su custodia va a trabajar por menos 4,5 euros la hora, ni plantearse que disposición a actuar decididamente e incluso arriesgar su vida puede obtener por ese precio, es en el mejor de los casos un ingenuo cuando no un autentico necio. Quien no es capaz de entender esto y está dispuesto a asumir riesgos, confiando en el azar no es un gestor o un empresario, sino un vulgar ludópata al que tarde o temprano se le acabará la suerte. 

“No dependas de que el enemigo no se muestre, depende más bien en estar preparado para él”, un buen líder siempre se adelanta a los posibles escenarios que se le pueden presentar y es capaz de crear las condiciones idóneas para el éxito y superar cualquier adversidad. Para ello es fundamental la información, la planificación, la coordinación, la concienciación y la preparación de todo el personal para que actúen con la energía y fuerza que permitan superar cualquier adversidad que se pueda presentar. 

“Orden o desorden depende de la organización; coraje o cobardía de las circunstancias; fuerza o debilidad de la disposición”.


Jose Federico Villamil Calva
fedevillamil@fortiumsc.eu
Coordinador del blog

Coordinador de la División Fortium ITS

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