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martes, 27 de marzo de 2018

El rol del mediador en conflictos armados (I)


Cuando las partes en conflicto no están en posición de negociar directamente, pero los organismos internacionales tienen la voluntad de superar la situación de bloqueo en que se encuentra, deben buscar una persona o institución para gestionar la situación e intentar llegar a un acuerdo satisfactorio para las partes.

La mediación, en sí misma, no debe ser impuesta por terceros,  siempre debe ser aceptada libremente por las partes en conflicto.

La mediación es, más que nada, un ejercicio de comunicación que busca conciliar los intereses de las partes en disputa, ayudándolas a encontrar una salida a la situación, pero sin imponerla desde afuera.

La persona que media un conflicto debe tener un amplio conocimiento del conflicto y los intereses respectivos, debe tener ciertos rasgos de personalidad (honestidad, imparcialidad, flexibilidad, empatía, paciencia, etc.) y debe ser un maestro de ciertas técnicas y habilidades de mediación bien conocidas, priorizando, comenzando con objetivos asumibles, manteniendo una distancia para generar nuevas ideas y enfoques, aclarar necesidades e intereses, restituir el conflicto, ampliar el alcance, moviéndose fuera del marco conceptual habitual, haciendo hincapié en valores, rompiendo el problema, ayudando a las partes a hacer pequeñas concesiones, que pueden conducir a nuevos enfoques, romper los bloqueos, abrir nuevos diálogos, lograr una participación más activa y ayudar a encontrar una solución en que todas las partes salen ganando.

La mediación interviene en las conductas de los actores, para que acepten asuntos de beneficio mutuo, y no en términos de estructuras, que deberían ser derivación de los acuerdos a los que llegan las partes. El objetivo es transformar las relaciones entre las partes en conflicto.

Esto también tiene sus etapas y momentos (contactos iniciales, recopilación de datos, establecimiento de reglas de juego, proceso diseño, la identificación de acuerdos e incompatibilidades, la visualización de agendas ocultas, reformulación, generación de opciones y logro de acuerdos y compromisos), y forma parte integral de cualquier proceso de negociación.

La mediación en los conflictos armados, sin embargo, funciona bajo condiciones muy diferentes a los conflictos que habitualmente se plantean en las relaciones diarias, ya que la mediación siempre está restringida por elementos que no tienen nada que ver con la capacidad y las habilidades del mediador.

Las técnicas son más o menos las mismas, pero en procesos armados,  el éxito también depende de factores externos  y como se plantea el escenario futuro.
Como sabemos hay algunos principios básicos para mediación en conflictos armados:

-El mediador debe ser técnicamente imparcial.

-Las partes deben aceptar la mediación.

-Seleccionar al mediador adecuado.

-El conflicto no puede resolverse bajo presión.

-Las partes deben querer resolverlo y aceptar los acuerdos.

Expertos internacionales en mediación, consideran que hay cuatro instrumentos analíticos básicos que el mediador debe saber cómo manejar:

1 - Comprender el poder relativo y la autoridad de las personas involucradas en el conflicto. Esto implica saber:

        ¿Quién hace qué, cuándo, dónde y cómo?.

2 - Comprender la naturaleza y la profundidad de las emociones de cada parte.

        ¿Cuáles son socialmente aceptables y bajo qué condiciones?.

        ¿Qué grupos tienen la mayor capacidad de expresar sus emociones?.

        ¿Qué emociones son las más reprimidas?.

3 – Analizar y comprender los  estratos del conflicto, y encontrar el nivel correcto en que es posible trabajar para resolverlo, es decir, estudiar el “nivel de entrada”, uno que no sea ni muy duro ni demasiado suave. Esto implica no comenzar por problemas complejos, pero tratando de hacer pequeños progresos para generar confianza. Pasando más tarde a abordar los  problemas más complejos. Esto también implica percibir el interés de las partes y conocer la historia del conflicto.

4 - Finalmente, mantener una comunicación clara, ya que esto es vital para que los mensajes sean entendidos por todas las partes. La mediación contempla un conjunto de acciones, algunas de las cuales son meramente analíticas.

El tiempo requerido para un proceso de mediación depende mucho de la situación del conflicto y de las consecuencias generadas por este, siendo lo más difícil establecer los canales de comunicación y establecer la confianza con las partes.

Existe una necesidad de generar más ideas a partir de nuevos escenarios, la posibilidad de descomponer propuestas para que puedan ser escuchadas y el papel que el primer círculo de confianza pueden aportar al proceso.

Debemos aprovechar la  importante actividad, que pueden jugar las personas más cercanas a los actores en el conflicto, personas con el poder de influencia, de  transmitir mensajes y nuevas propuestas, particularmente en momentos en que hay una falta de comunicación y cuando hay una ausencia total de negociación.

Un grupo armado suele tener intelectuales cercanos, miembros del ejército exiliados o simpatizantes en el extranjero que pueden actuar como vínculos  tanto, con el grupo armado como con los medios diplomáticos, políticos, o sectores económicos que pueden beneficiar las negociaciones.

Del mismo modo, ciertos gobiernos u organismos internacionales con influencia sobre las partes afectadas por el conflicto pueden formar un primer  círculo de comunicación. Las oportunidades, enfoques y estrategias pueden surgir de esta relación que podría ser de interés para todas las partes involucradas.

En muchos casos se busca socializar una propuesta alternativa y generar la "masa crítica" con el fin de ejercer presión sobre la toma de decisiones, centrada en ambos lados. Esta forma de participación social en la resolución de un conflicto es apropiada para la mayoría de los conflictos catalogados como armados, donde hay una parte social más o menos organizada en la búsqueda de la paz, a veces ignorada por los grupos armados.

Esta distancia se produce por varias razones:

A veces, las organizaciones cívicas han buscado más un simple alto el fuego que el logro de la paz a través de la justicia social, es decir, la paz a través de transformaciones; en otros, la ruptura y debilidad de la estructura social ha sido incapaz de ofrecer mejores alternativas o hacerlas más visibles con respeto a aquellos que reivindican algo de una manera organizada o insurgente; en otro contexto, la represión institucional ha sido suficientemente intensa y generalizada para ahogar cualquier esperanza de ofrecer alternativas sociales a la confrontación, por motivo de la opresión del establishment y los grupos de oposición, de tal manera que  las propuestas ni siquiera se conocen.

La lista de situaciones es más larga, y en general, no son más que una serie de ejemplos de desacuerdo histórico y batallas para controlar el poder. En otras palabras, en los conflictos armados modernos, tomados como un todo, ya no hay lugar para hechos épicos, heroísmo desinteresado o revolución necesaria, sino más bien, lo que se requiere para llegar a un acuerdo es diálogo inteligente y la búsqueda de los apoyos externos e internos necesarios, es decir, desarrollar un plan de paz estratégico o, mejor aún, buscar una paz  justa y desinteresada, aceptada por las partes.

Otro ejemplo distinto se produjo en Colombia, donde durante décadas, muchos gobiernos y presidentes han tratado de llegar a acuerdos con las guerrillas, que recientemente se incorporaron a la vida política, después de concesiones importantes por parte del Gobierno. Casi siempre, sin embargo, la sociedad civil ha sido perjudicada y silenciada, empujada a ser un agente de segunda clase, precisamente cuando todo el mundo estaba hablando de las personas y a favor de la convivencia. También es cierto que hasta tiempos muy recientes, la sociedad todavía tenía que encontrar una forma de articularse y coordinarse, de tener su propia voz, y este proceso aún ha de madurar mucho en los próximos años, y no tanto para convertirse en una alternativa al sistema de política de partidos, pero si para convertirse en un factor de moderación, guía y dirección a través del dialogo y la justicia social.

Cuando la voz de la sociedad civil es capaz de articular una fuerza lo suficientemente fuerte, capaz de articular un discurso político para presentar y exigir las reformas estructurales del país, más allá de las demandas de paz y alto el fuego, donde las guerrillas tienen que revisar totalmente su rol y estrategia, porque su interlocutor no es el gobierno, sino la sociedad en general.

Como ya dije, la mediación es sobre todo un proceso de comunicación,  una estrategia que busca restaurar la comunicación interrumpida o deteriorada, o arrancarla por primera vez, en condiciones de cierta calidad.

Cuando la mayoría de  las partes no están en condiciones de comenzar un diálogo, porque se odian entre sí, o no tienen absolutamente ninguna confianza el uno en el otro, es necesario recurrir a personas que pueden actuar como intermediarios,  recopilando opiniones y preocupaciones de cada una de las partes. Una vez analizadas y estructuradas, debemos darle el enfoque adecuado para que las partes en conflicto estudien la situación propuesta por el mediador.

Otras veces, la idea es recurrir a estrategias más sibilinas, como romper las propuestas de una de las partes, eliminando los elementos importantes del mismo, para aportarlos progresivamente a la negociación.



2 comentarios:

  1. Un gran artículo que no se debe pasar por alto, gran trabajo!!!!

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