Cuando las partes en
conflicto no están en posición de negociar directamente, pero los organismos
internacionales tienen la voluntad de superar la situación de bloqueo en que se
encuentra, deben buscar una persona o institución para gestionar la situación e
intentar llegar a un acuerdo satisfactorio para las partes.
La mediación, en sí misma,
no debe ser impuesta por terceros,
siempre debe ser aceptada libremente por las partes en conflicto.
La mediación es, más que
nada, un ejercicio de comunicación que busca conciliar los intereses de las
partes en disputa, ayudándolas a encontrar una salida a la situación, pero sin
imponerla desde afuera.
La persona que media un
conflicto debe tener un amplio conocimiento del conflicto y los intereses
respectivos, debe tener ciertos rasgos de personalidad (honestidad,
imparcialidad, flexibilidad, empatía, paciencia, etc.) y debe ser un maestro de
ciertas técnicas y habilidades de mediación bien conocidas, priorizando,
comenzando con objetivos asumibles, manteniendo una distancia para generar
nuevas ideas y enfoques, aclarar necesidades e intereses, restituir el
conflicto, ampliar el alcance, moviéndose fuera del marco conceptual habitual,
haciendo hincapié en valores, rompiendo el problema, ayudando a las partes a
hacer pequeñas concesiones, que pueden conducir a nuevos enfoques, romper los
bloqueos, abrir nuevos diálogos, lograr una participación más activa y ayudar a
encontrar una solución en que todas las partes salen ganando.
La mediación interviene en
las conductas de los actores, para que acepten asuntos de beneficio mutuo, y no
en términos de estructuras, que deberían ser derivación de los acuerdos a los
que llegan las partes. El objetivo es transformar las relaciones entre las
partes en conflicto.
Esto también tiene sus
etapas y momentos (contactos iniciales, recopilación de datos, establecimiento
de reglas de juego, proceso diseño, la identificación de acuerdos e incompatibilidades,
la visualización de agendas ocultas, reformulación, generación de opciones y
logro de acuerdos y compromisos), y forma parte integral de cualquier proceso
de negociación.
La mediación en los
conflictos armados, sin embargo, funciona bajo condiciones muy diferentes a los
conflictos que habitualmente se plantean en las relaciones diarias, ya que la
mediación siempre está restringida por elementos que no tienen nada que ver con
la capacidad y las habilidades del mediador.
Las técnicas son más o menos
las mismas, pero en procesos armados, el
éxito también depende de factores externos
y como se plantea el escenario futuro.
Como sabemos hay algunos
principios básicos para mediación en conflictos armados:
-El mediador debe ser
técnicamente imparcial.
-Las partes deben aceptar la
mediación.
-Seleccionar al mediador
adecuado.
-El conflicto no puede
resolverse bajo presión.
-Las partes deben querer resolverlo
y aceptar los acuerdos.
Expertos internacionales en
mediación, consideran que hay cuatro instrumentos analíticos básicos que el
mediador debe saber cómo manejar:
1 - Comprender el poder
relativo y la autoridad de las personas involucradas en el conflicto. Esto
implica saber:
¿Quién hace qué, cuándo, dónde y cómo?.
2 - Comprender la naturaleza
y la profundidad de las emociones de cada parte.
¿Cuáles son socialmente aceptables y
bajo qué condiciones?.
¿Qué grupos tienen la mayor capacidad
de expresar sus emociones?.
¿Qué emociones son las más reprimidas?.
3 – Analizar y comprender
los estratos del conflicto, y encontrar
el nivel correcto en que es posible trabajar para resolverlo, es decir,
estudiar el “nivel de entrada”, uno que no sea ni muy duro ni demasiado suave.
Esto implica no comenzar por problemas complejos, pero tratando de hacer
pequeños progresos para generar confianza. Pasando más tarde a abordar los problemas más complejos. Esto también implica
percibir el interés de las partes y conocer la historia del conflicto.
4 - Finalmente, mantener una
comunicación clara, ya que esto es vital para que los mensajes sean entendidos
por todas las partes. La mediación contempla un conjunto de acciones, algunas
de las cuales son meramente analíticas.
El tiempo requerido para un
proceso de mediación depende mucho de la situación del conflicto y de las
consecuencias generadas por este, siendo lo más difícil establecer los canales
de comunicación y establecer la confianza con las partes.
Existe una necesidad de
generar más ideas a partir de nuevos escenarios, la posibilidad de descomponer
propuestas para que puedan ser escuchadas y el papel que el primer círculo de
confianza pueden aportar al proceso.
Debemos aprovechar la importante actividad, que pueden jugar las
personas más cercanas a los actores en el conflicto, personas con el poder de
influencia, de transmitir mensajes y
nuevas propuestas, particularmente en momentos en que hay una falta de
comunicación y cuando hay una ausencia total de negociación.
Un grupo armado suele tener
intelectuales cercanos, miembros del ejército exiliados o simpatizantes en el
extranjero que pueden actuar como vínculos
tanto, con el grupo armado como con los medios diplomáticos, políticos, o
sectores económicos que pueden beneficiar las negociaciones.
Del mismo modo, ciertos
gobiernos u organismos internacionales con influencia sobre las partes afectadas
por el conflicto pueden formar un primer círculo de comunicación. Las oportunidades,
enfoques y estrategias pueden surgir de esta relación que podría ser de interés
para todas las partes involucradas.
En muchos casos se busca
socializar una propuesta alternativa y generar la "masa crítica" con
el fin de ejercer presión sobre la toma de decisiones, centrada en ambos lados.
Esta forma de participación social en la resolución de un conflicto es
apropiada para la mayoría de los conflictos catalogados como armados, donde hay
una parte social más o menos organizada en la búsqueda de la paz, a veces
ignorada por los grupos armados.
Esta distancia se produce
por varias razones:
A veces, las organizaciones
cívicas han buscado más un simple alto el fuego que el logro de la paz a través
de la justicia social, es decir, la paz a través de transformaciones; en otros,
la ruptura y debilidad de la estructura social ha sido incapaz de ofrecer
mejores alternativas o hacerlas más visibles con respeto a aquellos que
reivindican algo de una manera organizada o insurgente; en otro contexto, la
represión institucional ha sido suficientemente intensa y generalizada para ahogar
cualquier esperanza de ofrecer alternativas sociales a la confrontación, por
motivo de la opresión del establishment y los grupos de oposición, de tal manera
que las propuestas ni siquiera se
conocen.
La lista de situaciones es más
larga, y en general, no son más que una serie de ejemplos de desacuerdo
histórico y batallas para controlar el poder. En otras palabras, en los
conflictos armados modernos, tomados como un todo, ya no hay lugar para hechos
épicos, heroísmo desinteresado o revolución necesaria, sino más bien, lo que se
requiere para llegar a un acuerdo es diálogo inteligente y la búsqueda de los apoyos
externos e internos necesarios, es decir, desarrollar un plan de paz
estratégico o, mejor aún, buscar una paz
justa y desinteresada, aceptada por las
partes.
Otro ejemplo distinto se
produjo en Colombia, donde durante décadas, muchos gobiernos y presidentes han
tratado de llegar a acuerdos con las guerrillas, que recientemente se
incorporaron a la vida política, después de concesiones importantes por parte
del Gobierno. Casi siempre, sin embargo, la sociedad civil ha sido perjudicada
y silenciada, empujada a ser un agente de segunda clase, precisamente cuando
todo el mundo estaba hablando de las personas y a favor de la convivencia.
También es cierto que hasta tiempos muy recientes, la sociedad todavía tenía
que encontrar una forma de articularse y coordinarse, de tener su propia voz, y
este proceso aún ha de madurar mucho en los próximos años, y no tanto para convertirse
en una alternativa al sistema de política de partidos, pero si para convertirse
en un factor de moderación, guía y dirección a través del dialogo y la justicia
social.
Cuando la voz de la sociedad
civil es capaz de articular una fuerza lo suficientemente fuerte, capaz de
articular un discurso político para presentar y exigir las reformas estructurales
del país, más allá de las demandas de paz y alto el fuego, donde las guerrillas
tienen que revisar totalmente su rol y estrategia, porque su interlocutor no es
el gobierno, sino la sociedad en general.
Como ya dije, la mediación
es sobre todo un proceso de comunicación,
una estrategia que busca restaurar la comunicación interrumpida o
deteriorada, o arrancarla por primera vez, en condiciones de cierta calidad.
Cuando la mayoría de las partes no están en condiciones de comenzar
un diálogo, porque se odian entre sí, o no tienen absolutamente ninguna
confianza el uno en el otro, es necesario recurrir a personas que pueden actuar
como intermediarios, recopilando opiniones
y preocupaciones de cada una de las partes. Una vez analizadas y estructuradas,
debemos darle el enfoque adecuado para que las partes en conflicto estudien la
situación propuesta por el mediador.
Otras veces, la idea es
recurrir a estrategias más sibilinas, como romper las propuestas de una de las
partes, eliminando los elementos importantes del mismo, para aportarlos
progresivamente a la negociación.
Un gran artículo que no se debe pasar por alto, gran trabajo!!!!
ResponderEliminarCuidado con este tipo.
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