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miércoles, 4 de abril de 2018

Dos modelos de empresa: la cooperativa de trabajo asociado y la empresa capitalista

Sin pretender hacer de esto un debate político, ni de ningún modo, entrar a exponer que es mejor o peor; me propongo analizar brevemente lo que son y representan dos modelos empresariales en la política económica.

Por un lado el neoliberalismo y las empresas capitalistas y por otro las cooperativas,  el trabajo asociado, y la economía distributiva. Por supuesto las cooperativas se pueden englobar en la empresa capitalista; pero por su aspecto eminentemente social se puede incluir en el asociacionismo libertario; en el anarquismo nada revolucionario ni utópico: ese es su origen.

Entrando en faena y alejándonos de palabras (libertario, anarquismo) que a algunos puedan poner los vellos de punta, entremos a definir lo que hoy en día es, y se ha desvelado ser, el neoliberalismo y la empresa-corporación capitalista.

El neoliberalismo nos propone la mínima intervención en la economía por parte de estados y sociedad civil. Nos dice que por las particulares condiciones de la economía capitalista, los mercados son una especie de ente capaz de regularse a sí mismos y, aunque con crisis cíclicas, es capaz de reconducir la economía a un crecimiento constante y por tanto al bienestar de los seres humanos. Eso sí, el estado debe intervenir en lo que se refiere a defensa del territorio y seguridad pues es vital para el sistema que pueda ser controlado cualquier atisbo de insurrección, rebelión, disidencia; pero eso son otras historias.

Dije que analizaría el neoliberalismo someramente y claro, es lo que acabo de hacer. Cualquier persona con una formación más economicista podría decir, cuanto menos, lo mismo: -es somero, incluso burdo-. Pero yo me permito esta licencia pues mi formación nada tiene que ver con esa disciplina. Lógicamente no me considero un erudito, pero algo he leído al respecto. También lo que pretendo en este artículo es enfrentar la empresa capitalista ante la cooperativa, y esto lleva un componente, si se quiere filosófico, en el cual cualquier ser humano que piense, puede opinar sin temor a equivocarse.

Pues bien, considerando lo expuesto sobre el neoliberalismo, cualquiera se dará cuenta que las empresas capitalistas no funcionan en esa armonía de los mercados donde si quieres medrar, tú eres quien se impondrá unas pautas de “buen negocio”, creará relaciones comerciales basadas en la mutua confianza, y otras sensibilidades humanas unidas al comercio,para llevar a tu empresa al máximo beneficio. La realidad de los noticiarios, de la memoria y del día a día, nos dice que las empresas capitalistas no dudan ni un segundo de obtener el máximo beneficio: limitando (empequeñeciendo) salarios, por tanto creando conflicto social; contaminando el medio ambiente e incluso fabricando auténticos venenos como alimento (en ocasiones); violando derechos y neo colonizando países (continentes) pobres con una codicia desmedida. O sea que de autocontrol: nada de nada.

Para no extenderme, paso a ensalzar, -Perdón-, a comentar someramente lo que representa la empresa cooperativa. Empezando:

No cabría pensar que una cooperativa de trabajo asociado pueda explotar laboralmente a sus empleados, por la sencilla razón de que sus empleados: son sus propios jefes. Se podría cobrar más o menos en función de las necesidades de la cooperativa, pero sería una decisión tomada por los propios implicados. Eliminamos así, el conflicto; no cabría tampoco, el afán de absorber la competencia para eliminarla después, (como hace la empresa capitalista), pues toda empresa, y por ende sus empleados, pasarían a formar parte como socios de la cooperativa, que se expandiría por unión real y no por eliminación; en cuanto a la necesidad de preservar el medio ambiente, de ofrecer (según actividad) productos más y mejor hechos sin mirar solo el máximo beneficio- menor coste, cualquier cooperativa, a diferencia del consejo de administración de una empresa capitalista, tendría una asamblea general de socios con muchas sensibilidades distintas a exponer, y el consenso al que estarían obligadas, daría como consecuencia, (opinión), una producción más acorde con aspectos sensibles humanos, y menos con pura y dura dosis de maximización de beneficios; la pura conciencia de: “todos somos todo” de la cooperativa convertiría la relación con clientes y proveedores como una relación humana más , teniendo en cuenta la preservación de éstos, como la preservación propia.

Este análisis puede verse como simplista, rudimentario y bucólico, y habrá quien piense que el afán de los cooperativistas tiene y obedece a los mismos componentes que el de cualquier consejo de administración de cualquier corporación capitalista; pero sin duda, en el ADN de la cooperativa está el factor humano como pieza esencial y su diversidad tenderá a ser tenida en cuenta frente al único objetivo de la empresa capitalista, que ha quedado claro, es, simplemente: ganar más a costa de lo que sea y de quien o quienes sea.

Bernardo Gil
Cooperativista de Fortium

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