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lunes, 2 de abril de 2018

El sufrimiento de los jóvenes “halid” en la guerra de Afganistán.


Siempre estuve muy concienciado en los efectos y sufrimientos de los más débiles en los conflictos, en este artículo quiero exponer la situación que viven miles de niños, esclavizados por las altas jerarquías militares y económicas en Oriente-Medio.

En la intervención de Estados Unidos en Afganistán,mantuvieron el objetivo de exterminar a los talibanes y reemplazarlos por un gobierno más estable y democrático, lo cual es encomiable, pero:

-¿A qué costo?.

-¿Dónde debe trazarse la línea entre cultura y crimen por parte de una potencia extranjera?.

Estas preguntas no son fáciles de responder.

Fueron muchos los  escándalos entre las fuerzas estadounidenses y la milicia local afgana, desencuentros motivados por acciones, que desafían las prácticas culturales locales.

Las operaciones de la OTAN en Afganistán están llegando a su fin y las tropas de los Estados Unidos se están retirando, dejando atrás una nación en ruinas, que las sociedades tribales tratan de reconstruir.

Se ha dejado de lado cualquier pretensión de Guerra contra el Terror: se ha determinado, después de grandes esfuerzos, que el asalto a un concepto abstracto está condenado al absoluto fracaso y  las expectativas de solución con beneficios para la población puestos en duda.

La guerra se ha llevado a cabo hasta el final, y se han establecido instituciones democráticas en todo Afganistán con la esperanza de que fomenten la reestructuración y el desarrollo económico y social.

Estos objetivos no se lograran ni permanecerán sin soporte exterior y haciendo cumplir la ley; como ya se demostró en Iraq los cambios hacia la democracia  no reemplazarán las instituciones de una manera rápida.

Los regímenes mantienen una poderosa influencia sobre las personas incluso después de su colapso, y los grupos militantes radicales amenazan con cortar una incipiente democracia desde sus raíces.

En Afganistán, los talibanes siguen siendo una amenaza constante, y una vez que las fuerzas de la OTAN se hayan ido, no habrá nada para retenerlos. Para garantizar el éxito de las operaciones en Afganistán, se debe establecer una medida provisional que mantenga los intereses occidentales.

Como medida, los gobiernos occidentales de la coalición de la OTAN, en previsión de una inminente salida,  han reclutado miembros del ALP para que sirvan como árbitros después de la retirada, para mantener y hacer cumplir las leyes y organizar las operaciones para hacer retroceder a los talibanes. Son el puente crítico entre la ocupación occidental y la autodeterminación afgana: sin ellos, las nuevas instituciones democráticas no se pondrán en marcha, es más morirán.

El poder debe ser entregado. La guerra exige un compromiso. Parece que, una vez más hay intereses oscuros en el conflicto.

Medios de prestigio internacional publicaron varias veces, denuncias sobre el abuso infantil desenfrenado encontrado en los campamentos de ALP en todo Afganistán.

Los muchachos llamados localmente haliq, son mantenidos por oficiales de alto rango y los usan como sirvientes y como esclavos sexuales. Poseer  un haliq es un símbolo de estatus importante entre los soldados de élite, y cuantos más, mejor.

El abuso ha sido bien documentado en el mundo occidental, y muchas familias afganas conocen la práctica, sus hijos fueron robados por poderosos e intocables hombres de armas, es considerado un "secreto a voces".

El reclutamiento de niños pequeños como parejas sexuales es un comportamiento profundamente arraigado entre los soldados en Afganistán. Es una práctica asumida y aceptada culturalmente.

Como era de esperar, cuando los soldados de las fuerzas de la OTAN y muchos observadores de la ONU, se esforzaron por intervenir, se han encontrado con evasivas, el desprecio y la ira. El ALP valora a sus hombres de mayor rango y no toma a la ligera la intervención de los extranjeros en su jerarquía establecida.

Aquellos soldados occidentales que han actuado contra sus socios afganos han sido destinados a otros  puestoso han renunciado por su propia voluntad. En esta coyuntura crítica, la OTAN no puede perder la confianza de la policía local.

Los talibanes, tuvieron un papel activo para frenar el uso del haliq, antes de que comenzara la guerra, aunque a través de una violencia opresiva. Ninguna sociedad es completamente buena o mala, y ninguna cultura esta impoluta para situarse como un pilar de la moralidad absoluta. De hecho las fuerzas de la OTAN no podrían tener ningún aliado estratégico en el Medio-Oriente si no aceptasen protagonistas con ideologías contradictorias y muchos de ellos, fervientes enemigos de la cultura occidental.

El que se intervenga o no en los casos de abuso infantil en Afganistán, no es simplemente una cuestión de moralidad, sino una cuestión de viabilidad, reclutar nuevos aliados, al mismo tiempo que se intenta imponer otra cultura y alterar sus creencias, crea un conflicto que amenaza con destruir cualquier esperanza de una alianza exitosa y una paz duradera.

Fomenta el antagonismo al asumir que la moralidad de occidente es "mejor" que la de los soldados afganos, un ingrediente fatal en cualquier asociación. La OTAN no tiene la influencia necesaria para anular cada decisión que toma el ALP, generaría sentimientos de desconfianza y enemistad. Lamentablemente en un conflicto enfrentarse a todas las injusticias morales no es práctico.

Desafortunadamente, no es ocupación de la OTAN, o de sus soldados descontentos, rescatar a estos muchachos. Este es un hecho lamentable: los intereses políticos prevalecen sobre la moral cuando está en juego la solidez de una nación entera.

El Ejército es lento, pesado e ineficaz cuando se trata de injusticias localizadas. Si se afrontan todos los problemas sociales, posibles aliados, perdiendo ubicaciones estratégicas. El propósito original, de hacerlo bien en beneficio de Afganistán, no tendría sentido.

La oportunidad de hacer cambios para mejorar depende de los miembros del ALP. Es importante recordar que estas organizaciones están formadas por personas con sus propias morales, muchas de las cuales consideran que la práctica haliq es espantosa. Los miembros de alto rango de la policía afgana pueden tomar medidas para influenciar a sus subordinados y frenar el comportamiento abusivo. Las fuerzas de la OTAN pueden alentar este movimiento hacia adelante, pero para lograr sus intereses políticos, los cambios deben venir desde dentro de las organizaciones afganas.

Los horrores de la guerra son múltiples. Cada acto de guerra provoca bajas: los cuerpos se amontonan, los heridos, tanto física como mentalmente, son muchos. Los cumplidos son desechados, la victoria es el único objetivo. Se hacen grandes sacrificios.

Es ingenuo suponer que la cultura y la moral  occidental pueden mantenerse, inquebrantables, en tiempos de conflicto sangriento.

Hay una práctica que tiene lugar en Afganistán conocida como bachabazi, conocida como "juego de niños". Es el abuso sexual organizado y sistemático de jóvenes varones adolescentes por parte de hombres ricos y poderosos. Estos hombres tienen el dinero y el poder para comprar o secuestrar a los niños de su elección y mantenerlos como esclavos sexuales.

Los talibanes, hicieron un esfuerzo para detener esta práctica, pero recientemente, se ha incrementado, sobre todo dentro de las filas del ejército afgano.

¿De qué sirve luchar contra los talibanes si los sustitutos son igual de malos?.

La política de los militares de la OTAN, de que los jóvenes sean violados y retenidos en sus bases militares es simplemente mirar para otro lado.

En algunos casos, los líderes de las milicias,bien conocidos por participar en estas prácticas estaban armados, algunos incluso fueron puestos a cargo de las aldeas, donde se les dio aún más poder para continuar llevando a cabo estos horrendos actos.

La política de no intervención de los aliados es difícil de entender, y parece que no hay argumentos legítimos a favor de ella. Se dice que es para mantener la relación entre los dos ejércitos, amigable y para no alienar a la población local, y para no imponerles la llamada "cultura occidental".

Sobre el argumento de mantener buenas relaciones, ¿realmente debemos creer que trabajar con el ejército afgano sería imposible después de que a algunos miembros se les dijo que, de hecho, ya no se les permitía mantener y violar a los niños?.

En cuanto a no alienar a la población local, nada podría estar más lejos de la realidad, los afganos, en su mayoría, desprecian la práctica y culpan a la Alianza de  armar  y trabajar con pedófilos conocidos.

Es una tontería relativista, decir que mantener a los adolescentes varones con fines sexuales es puramente una diferencia cultural. A estos ofensores se les debe decir que no pueden continuar haciendo esto. Si este mensaje se hiciera eco en todas las capas de las Fuerzas Armadas, desde los soldados hasta los oficiales, el efecto sería diferente. Pero hay que trabajar para evitar que esta práctica se convierta en una norma social aceptada.

Por supuesto, esto no es tan fácil de resolver con simples conferencias o advertencias, es necesario llegar a la raíz del problema y detener a los pedófilos.

El conflicto oculta mucho sufrimiento….siempre, sobre todo para las mujeres y los jóvenes. 

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